Muchos de los que llevamos enganchados a esto del Internet desde el principio (bueno, no exactamente desde su creación eh, me refería más bien a cuando se hizo accesible al público general, que no somos tan viejos 🙂 ) hemos sido espectadores y partícipes de la evolución de sus herramientas tecnológicas; en concreto, los correos electrónicos, que aunque no han variado un ápice su modelo y gestión, sí que han sufrido un retroceso en su importancia en el día a día, tanto para usuarios como para profesionales del marketing. Ya no es una fuente de información tan utilizada como antes, y es verdad que en los casos en los que se usa es simple y llanamente un vomitorio de spam; quién de nosotr@s no ha tenido que darse de baja de algún servicio, por comprar un producto o darse de alta en alguna aplicación online, porque literalmente nos inundaban sin piedad con publicidad la bandeja de entrada. Pero aún así, nos encanta seguir recibiendo newsletters de empresas o marcas que no nos avasallan continuamente y realmente nos aportan valor sobre un producto en el que estamos interesados o nos surten de noticias interesantes de un sector en concreto. Y es que esta forma de comunicación electrónica todavía sigue siendo un estupendo camino para llegar a los usuarios y clientes; lo único a tener en cuenta: hay que asegurarse de que te dan permiso para mandarles emails y mantener un flujo de contenido relevante.